La hipertensión arterial(HAS), se puede definir como la elevación sostenida de las cifras de presión arterial por arriba de 140 para la sistólica y de 90 para la diastólica,1 que ocasiona daño a órganos blanco (corazón, cerebro, y riñón). Los factores de riesgo más importantes para la HAS son la edad superior a 60 años, diabetes mellitus, ingestión de sal, tabaquismo y en menor grado la obesidad, y el sedentarismo.
2 Desde el punto de vista epidemiológico, incide en el 60% de los mayores de 60 años, se calcula que en México existen más de 10 millones de sujetos con hipertensión arterial,3 con incremento anual del 30%.4 En nuestro medio se reporta en un 32%5 con incremento en la morbilidad y mortalidad.
La HAS se clasifica en etapa 1, 140-159/90-99 mm Hg; etapa 2, 160-179/100-109 mm Hg; etapa 3 >180/>110 mmHg; hipertensión sistólica aislada (HSA), cuando la presión sistólica es >140 y la presión diastólica es < de 90 mmHg. Se mencionan otras definiciones como las señaladas en la Norma Oficial Mexicana: presión arterial óptima <120/80 mm HG, presión arterial normal 120- 128/80-84 mm Hg,6 y presión arterial normal alta 130139/85-89 mmHg, hipertensión primaria, e hipertensión secundaria.2 Urgencia hipertensiva y muy raramente la crisis hipertensiva. Los síntomas más frecuentemente observados en los ancianos son, cefalea, mareos, disnea, taquicardia de esfuerzo, edema, síncope posprandial o postural,2,6,7 fatiga, hemiplejia, angor pectoris o sus variantes. Desde el punto de vista de laboratorio no hay un examen especifico para la hipertensión arterial. Realizar biometría, perfil bioquímico y lípido, electrolitos y examen de orina con urocultivo.
El electrocardiograma para identificar hipertrofia ventricular, datos de isquemia o infarto, arritmias, y el estudio de telerradiografía posteroanterior y lateral derecha de tórax.2 Los criterios diagnósticos se basan fundamentalmente en determinar las cifras de presión arterial, y que sean sostenidas, valorando el efecto "bata blanca", y descartar la pseudohipertensión.1,3,6 Las complicaciones son: enfermedad vascular cerebral, insuficiencia cardiaca, cardiopatía isquémica, descontrol de la diabetes, insuficiencia renal. En la actualidad existe un mayor riesgo de desarrollar enfermedad de Alzheimer secundaria a demencia vascular en los pacientes adultos mayores que entre la población general.9 Los lineamientos terapéuticos se relacionan al tipo de hipertensión, y las dosis de los medicamentos estarán acordes a las cifras tensionales y a la edad del paciente.
Se deben disminuir las cifras de presión arterial en forma lenta y gradual, para evitar complicaciones, como enfermedad vascular cerebral o infarto del miocardio por disminución brusca de la presión arterial.
Generalmente y como medicamentos de primera elección utilizamos IECA como el captorpil a dosis de 6.25 a 75 mg al día, enalapril 5 a 10 mg, ramipril 2.5 a 5 mg como segunda elección bloqueadores de canales de calcio, nifedipina, felodipina o amlodipina, y como indicación farmacológica de tercera línea, empleamos los betabloqueadores como el metoprolol en dosis de 25 a 100 mg/día. El uso de diuréticos tiazídicos, se reserva como medicamentos de primera línea para la HSA, en especial clortalidona de 12.5 a 25 mg cada 48 hrs.
La urgencia hipertensiva debe ser manejada con precaución en el paciente anciano, ya que una disminución brusca y rápida de la presión arterial podría ocasionar apoplejía o infarto del miocardio, muchas veces obedece este cuadro a abandono terapéutico, o forma parte de otro estado morboso como la enfermedad vascular cerebral o una reacción de ansiedad. Las medidas de rehabilitación que pueden ser aplicadas son generalmente encaminadas a evitar mayor deterioro de la funcionalidad del adulto mayor como terapia ocupacional, educación del enfermo y de su familia para tener un mejor apego terapéutico, así como el tratamiento psicológico estará encaminado a tratar de mejorar la calidad de vida del enfermo, educarlo y obtener un mejor apego a las indicaciones del tratamiento.
Las medidas dietéticas aplicables tienen una influencia pobre en el tratamiento de la HAS del anciano, ya que en estos casos es necesario modificar los hábitos y gustos del enfermo, situación que muchas veces ocasiona mayor conflicto que beneficio, pero se debe insistir en disminución del aporte de sodio y tratar de disminuir discretamente el peso corporal del enfermo. No olvidar el tratamiento de otros procesos morbosos coexistentes como la diabetes mellitus y la infección urinaria.
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