Dormir Siesta y Salud
Motivos científicos para dormir la siesta
La costumbre mediterránea de dormir
tras la comida es tan buena para el cuerpo como para la mente. Repasamos 8
razones con fundamento para dormir la siesta.
1. Dormir la siesta ayuda al corazón
Nuestro
ritmo de vida no nos ayuda en nada a la salud del corazón. Estamos cada vez más horas
en activo e incluso dormimos menos. Con el tiempo, arañar minutos o incluso
horas de nuestro reposo diario no hace sino aumentar el riesgo de problemas
cardiovasculares, hipertensión e ictus. Por ello, dormir la siesta puede servir
de acicate para reducir estas amenazas de salud. Según un estudio publicado en
la revista International Journal of Behavioral
Medicine, dormir hasta 45 minutos de siesta
ayuda a la recuperación cardiovascular tras una prueba de esfuerzo e incluso
la presión arterial promedio era más baja que aquellos participantes del
experimento que no durmieron tras la comida.
2. Las neuronas nos piden un
descanso tras la comida
Dormir
después de comer está ganando cada vez más adeptos. Según una investigación
publicada en la revista Neuron y llevada a cabo por la
Universidad de Manchester (Inglaterra), demostraba cómo las
neuronas que nos mantienen despiertos acaban “desconectadas” tras la comida,
de ahí ese sopor al que estamos tan acostumbrados en la sobremesa. Se trata de
las neuronas que producen una proteína llamada orexina, responsable del sueño y la vigilia. Así, la siesta es una
respuesta natural del organismo para recobrar energías.
3. Dormir la siesta reduce el riesgo
de obesidad
A pesar
de lo que pueda parecernos, existen multitud de estudios que determinan que la
siesta nos ayuda a mantener un peso saludable. Así, un estudio llevado cabo por
la Universidad de Navarra (España) y publicado en la revista Obesity
Facts, concluía que dormir menos de 5 horas diarias aumentaba el
riesgo de obesidad; sin embargo, si
añadíamos un tiempo de siesta diario, esta tendencia a la obesidad se convertía
en una herramienta de mantenimiento de peso saludable.
4. La siesta restaura nuestro
sistema inmune
Según
un estudio publicado en la revista Journal of Clinical Endocrinology
& Metabolism, ua siesta de apenas 30 minutos es capaz de
restituir el impacto hormonal tras una mala noche (haber dormido poco). Y es
que como muchos estudios han atestiguado, dormir pocas horas tiene un impacto
directo en nuestro sistema inmune y endrocrino, aún siendo
una sola noche. Así, el rato de siesta tras la comida
devuelve los marcadores inmunológicos y neuroendocrinos a sus niveles normales.
5. Dormir la siesta nos pone más
alegres y positivos
Una
investigación publicada en la revista Cerebral cortex concluyó que durante una siesta
prolongada (de entre 45-90 minutos) en la que nos da tiempo a entrar en sueño
REM, mejora nuestro estado de ánimo posterior
y somos más empáticos a la hora de evaluar las emociones de los demás.
Disminuyen nuestros prejuicios negativos y aumenta el de los positivos. Nuestro mal humor y visión negativa del día
pueden dispersarse con una buena siesta.
6. La siesta disminuye la presión
arterial
Las
personas que duermen siesta tienen mejores valores de presión arterial. Esta
es la conclusión de una investigación publicada en la revistaThe Journal of Human Hypertesion que afirmaba que la actividad de
dormir la siesta reduce la presión sistólica y ayuda a combatir la hipertensión.
7. Dormir la siesta potencia la
memoria y el aprendizaje
Dormir
30 minutos -o menos- de siesta tras la comida ha resultado ser beneficioso en
el aprendizaje y para nuestra memoria, según determinó un estudio publicado
en la revista Neurobiology of Learning and Memory.
Y es que el sueño nos ayuda a concentrarnos, a
rendir más y por tanto a mejorar nuestro aprendizaje en general.
8. La siesta es buena para el
cerebro
De 5
minutos a 30 minutos. Los efectos positivos de descansar la
mente tras la comida pueden durarnos de 1h a 3h, según las conclusiones
de un estudio publicado en la revista Progress in Brain Research.
Este reposo, este momento de tranquilidad y sosiego, “refresca” nuestro cerebro y su efecto es casi inmediato, ya
que mejora nuestro funcionamiento cognitivo. Sin embargo, si la siesta se
prolonga más de media hora puede provocar precisamente lo contrario.
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